26 nov 2010

La Muerte ¿Un Tabú?

Más vale borracho conocido que alcohólico anónimo.
                                                                                         Anónimo


Columna del Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti.


En el Día de los Difuntos, con ocasión de la visita al cementerio, surge naturalmente la pregunta sobre la actitud de los uruguayos con respecto a la muerte. ¿Es una realidad sobre la que se habla con naturalidad  o bien se prefiere evitar o soslayar, como tema tabú? He sido testigo de estas evitaciones cuando se habla delante de un familiar en etapaterminal y en lugar de intentar abordar con delicadeza este trance doloroso, se desvía la conversación hacia cualquier asunto trivial. Sabemos que no es sencillo, pero merece intentarlo.
Una visita al cementerio el Día de los Difuntos permite el diálogo silencioso, casi un reencuentro, con los que partieron pero siguen de algún modo  entre nosotros. Observé panteones y placas, me crucé con  rostros serenos y otros cabizbajos. Con algunos intercambié saludos e incluso una breve conversación.  
Allí están los viejos troncos de muchas ramas familiares salteñas. Son los inmigrantes que desembarcaron cargadas de sueños, fe y ganas de ganarse el pan con trabajo honesto, para dar de comer a su familia y un futuro a sus hijos. Hay dos palabras que se repiten en las placas: recuerdo y agradecimiento. Dos nobles sentimientos hacia los padres o fundadores de una comunidad, familia o diversas instituciones u obras sociales. Recordar para reafirmar vínculos y tradiciones que enlazan con virtudes y valores de nuestros mayores. Agradecimiento para reconocer cuánto de lo que hoy somos, es fruto de sus fatigas, su constancia y perseverancia.
“Venimos a rezarle al Padre Marcelo”, me dijo una familia al entrar en el panteón donde está el Obispo Mendihart. Se oye un murmullo, retomando el hilo de una amistad que sigue iluminando. El perfume de una flor se difunde en el lugar.
Un día allí dormiremos, como lo recuerda bellamente la raíz griega de la palabra “cementerio”: lugar de los que duermen. Implícito acto de fe, pues quien duerme, un día despertará. Y así, la visita de cada 2 de noviembre es un modo de acercar vivencias que se entrelazan a cada momento: vida y muerte, el ahora y el más allá, abrazados y distantes, mirándose de reojo y amigándose de vez en cuando. Y por allí se filtra un susurro: somos hermanas inseparables.  
Hace varias décadas, el médico uruguayo Pochintesta, que después de jubilarse pidió ingreso en un  monasterio de Argentina, me hizo esta reflexión que no olvido: “Cuando nací, no me pidieron permiso; cuando me toque morir no quiero irme sin darme cuenta”. Me vienen estas palabras a la memoria cada vez que alguien comenta sobre un fallecido: “por suerte pasó de un sueño a otro; sin darse cuenta”.  Y me pregunto si esa será la mejor manera de despedirnos de este mundo. 
La muerte nos agarra mal preparados cuando nos falta entrenamiento. Y este ejercicio lo hacemos a diario, cada vez que elegimos algo bueno y dejamos morir otros proyectos. Pienso en una madre que cuando nace un bebe prematuro se dedica a él y se olvida de todo: televisión, amigas, salidas y paseos. Olvida todo eso y se entrega al cuidado de esa criatura que la reclama. Lo mismo dígase de un padre que con su trabajo diario no ahorra fatigas, realiza horas extras, busca otras changas y acepta privaciones para sostener a la familia, a los que hay que alentar para que no aflojen. El domingo pasado me decía una señora, ama de casa y peluquera, que recibió la Confirmación en la capilla de Salto Nuevo, que ella y su esposo, empleado municipal trabajan para apoyar a la hija que está haciendo Química en Montevideo. Cuántas horas extras, cuántas fatigas y sonrisas se dibujaban en el rostro cuando me lo contaba!
Hoy leí en un periódico capitalino que en el cementerio Central de Montevideo se había representado la obra Don Juan Tenorio, escrita en el siglo XIX por José Zorrilla. El protagonista regresa al cementerio a visitar la tumba de su amada. “La muerte, quizás el tabú más universal, cobra un protagonismo espectral en esta popular obra de arraigada tradición en España”, dice la crónica.
Pero la respuesta más acertada a la pregunta del título la tiene seguramente cada uno.


Columna publicada en el Diario “Cambio” del 5 de noviembre de 2010.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sigue visitándonos. . .